sábado, 5 de diciembre de 2020

Y Considerando -sin rodeos-

 


   Recuerdo una vez en la Facultad, en la cursada de "Obligaciones", un compañero se horrorizó cuando, entre los materiales que nos daban para leer, había un libro entero  de más de 500 páginas dedicado al Pago, no recuerdo el autor, pero era uno de los clásicos, -¡cómo se puede hacer un libro tan largo para un temita como este, es una locura! decía. Ese compañero dejó la cursada y no lo vi más en la facultad. 

Aquél episodio viene frecuentemente a mi mente cuando me enfrento a textos innecesariamente voluminosos. Es que muchas veces se da demasiados rodeos para explicar cosas que pueden ser más sencillas. No me pongo al margen en mi experiencia como colaborador. La complicamos, queremos lucirnos, ensayamos todas nuestras expectativas de lo que deben ser las cosas, incluso la vida. Y el receptor de ello queda muchas veces a la deriva. 

Y el entendimiento puede perderse en ese laberinto. Está muy bien rodear el objeto o la cuestión a resolver, hilvanar un camino, desarrollar las ideas que nos llevan al mismo. El problema está cuando, luego de tantas alternativas y erudición,  nos escapamos por una tangente sin regreso al núcleo principal, en un eclecticismo infecundo. Y, lo esencial, puede quedar escondido en miles de páginas. 

La mujer de un reconocido juez me decía que ella observaba que las sentencias dedicaban más a todo lo que no es, todo lo que no corresponde, generando disputas con enemigos imaginarios. Me impactó esa observación, sobre todo porque provenía de alguien sin estudios jurídicos y estaba marcando algo muy cierto.  

El otro día me enfrentaba a una sentencia de más de 1000 páginas, llena de citas, antecedentes y evolución jurisprudencial. Y me retrotrajo al horror que sintió aquél compañero de "Obligaciones" y a esos enemigos imaginarios que tan bien observaba la esposa del juez . 

No reniego de las razones y argumentos que deben darse para que pueda ejercerse un debido control sobre el fallo, eso es algo elemental sin dudas. Me refiero al exceso, a lo farragoso, a lo que no suma a esas mismas razones y que, en su propio engrosamiento desmedido, termina afectando el mismísimo derecho de defensa al dejar incierto el camino recursivo. Además de sumar al distanciamiento comunicativo con la población.

Me pregunto si el razonamiento oral podrá algún día superar semejante despliegue de hojas, y hacer del razonamiento judicial algo más claro y simple. Una sentencia oral donde los jueces puedan decir, en argumentos completos, claros y sencillos, las razones de su decisión. Considerando, sin rodeos.   

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