sábado, 17 de julio de 2021

MUCHO MÁS QUE UN REGRESO

 

Photos by Rob DeMartin.


Springsteen volvió a Broadway y me doy cuenta de que pasaron más de catorce meses de una pandemia que pareciera quedarse por un tiempo más. Pero el tipo vuelve, necesita retomar ese camino a casa cada vez más explícito y despejado. Lo primero que pienso, como siempre, es cómo podré ir a este nuevo espectáculo. En cada gira siempre se abre una especie de GPS mental que alimenta estrategias y expectativas para poder llegar a algún recital. Dónde esté y a cualquier edad, asumo que esto siempre me pasará. Pero ya no tengo veinte años, soy consciente de que vivo lejos, esta peste hace todo más lejos, y las múltiples responsabilidades me hacen ver lo difícil de concretar ese tipo de sueños. Pero los conservo, y eso no es poco en este mundo. De alguna manera con estos regresos yo también regreso, siendo una gran oportunidad para encontrar todas esas fuentes de inspiración tan necesarias para seguir descubriendo el camino.

Y las vueltas son siempre fabulosas, en cualquier orden y en cualquier actividad o profesión. Están llenas de épica, de fuerza acumulada, de sentimientos que quieren reivindicar alguna cosa que de alguna manera nos conecta. Y allí está Bruce de nuevo, tratando de reinventar algo que parece no tener fin.

Uno lo escucha a Bruce o Landau y pareciera que todo surgió casi por azar, donde una conversación trajo a la otra hasta que definieron volver en medio de esta peste inaudita. Algo de eso debe haber, pero entiendo que está claro a esta altura que eso no equivale a improvisación. El éxito año tras año está forjado en una estrategia y visión que está muy bien pensada y trabajada.

Y el nuevo Springsteen On Broadway en el St. James trae elementos que nutren el ecosistema con la realidad subyacente en estos tiempos, la de la humanidad y las del propio Bruce.

Estamos en tiempos donde nos debatimos entre la vida y la muerte como algo cotidiano. Y eso trae reflexiones para las personas que no les gusta ver pasar la vida porque si, profundizando debates intimistas sobre la propia existencia, pero también con la mirada colectiva sobre los derechos y libertades.

Y es así como, donde había ocupado un lugar el joven afroamericano Amadou Diallo, hoy lo llena George Floyd, otro que murió por el color de su piel en manos de la policía. Y allí están los debates que siglo tras siglo vienen reclamando un sistema donde la gente no muera por su origen, raza o religión. Y ese nuevo asesinato movilizó a los Estados Unidos, pero también al mundo con el denominado Black Lives Matter. Y fue así como los “41 disparos” que sonaron fuerte en aquel Madison Square Garden del 2001 se renuevan en este St. James del 2021. Es la misma tragedia, el mismo dolor, las mismas expectativas rotas de un sistema que no puede deshacerse de ese lado oscuro.

Pero la peste es la invitada especial de estos momentos. La que nos está acompañando en este último año y medio. No es el asesinato sistemático como el de Floyd sino la propia imprevisibilidad de un suceso que puede estar cambiando el sentido de la historia y nuestra vida por mucho tiempo. Y allí está la muerte que acecha y nos hace ver la finitud de todo, permitiéndonos separar lo esencial de lo meramente superficial.

Y es desde ese lugar donde Bruce toma el guante con una canción que fue pensada para su propia situación personal en una edad donde el tren ya pasó varias estaciones viendo más de cerca la última parada. Esa misma canción es como un bálsamo para momentos que necesitamos creer que esto no termina. Y es así como el tipo decide cambiar el final que estaba originalmente pensado con “Born To Run”, la epopeya del romper esquemas para volver a casa, por “I’ll See You In My Dreams”, para marcar que todo este camino no fue en vano, que todos esos vínculos y momentos, toda esa magia de tanto tiempo, no se va, no se pierde, se conservará en los sueños más allá de la existencia física. Una preciosura de sentimiento, que encierra fe y esperanza, desde un lugar bien terrenal sin dudas, pero dejando volar la creencia en lo trascendente para darle un vuelo a la propia vida.  

Pero Bruce es Bruce. Y algo de fiesta debe haber. Por eso nada mejor que traer “Fire” como novedad a un espectáculo que va a dejar cenizas atizadas en el corazón. Es la contraposición a todo un contexto lleno de incertidumbre y oscuridad, es la canción perfecta para seguir jugando y divertirse a pesar de todo.  Hacen un dueto con Patti que los que lo han visto dicen que está espléndidamente logrado.  

Y acá me encuentro en modo Broadway, nuevamente con esas ganas de viajar para ver algún concierto.

 

 

martes, 27 de abril de 2021

EL PODER DE LA DELIBERACIÓN

 

Muy impactante es ver 12 HOMBRES EN PUGNA, una película de 1967 que demuestra de manera elocuente el poder de la deliberación. Todo se da entre un grupo de hombres blancos ciudadanos comunes que están cumpliendo el rol de jurados en un juicio por parricidio. Toda la película transcurre en la sala de deliberación.

A partir de las distintas sicologías, educación y experiencias, la interacción entre los jurados va forjando una notable mutación, que hace del veredicto que deben adoptar, algo construido sobre la solidez de un entendimiento que va ganando en función de una palabra que penetra en pequeñas dosis.

Los jurados son personas llenas de prejuicios como todos, con su ira, sus desasosiegos, con las miserias y limitaciones que puede tener cualquier ciudadano o ciudadana. Y allí están para definir la suerte de una persona. Un veredicto de culpabilidad lo mandaría a la silla eléctrica. Le imputan haber matado a su padre con una navaja incrustada en el pecho. La prueba parece contundente para demostrar la tesis del fiscal.

Once jurados no tienen dudas, en el inicio de la deliberación, sobre la culpabilidad del joven acusado. Todo sería un trámite, como diríamos acá. Solo uno se planta y abre la cancha (El Jurado número 8, Davis, protagonizado por Henry Fonda). No resulta una oposición que confronte la tesis de la mayoría con otros argumentos o puntos de vista, sino solamente arguyendo que una decisión de esas características debe contar con un diálogo previo, deben hablar antes de definir tamaña decisión. "Lo que vamos a definir es muy grave, por lo menos amerita una discusión profunda", señala el jurado 8. PRIMERA APERTURA.

Luego viene toda una etapa de ataques para el disidente donde se van reflejando las personalidades y debilidades de cada uno. Está el pusilánime, el carente de personalidad, el frío, el lleno de prejuicios, el que traslada traumas propios de su propia experiencia familiar, el indiferente y necio. Y la palabra empieza a perforar, a abrir el camino, su curso, no se detiene, y de a poco va ganando voluntades que empiezan a cambiar, a replantearse las cosas, a dudar de lo que parecía tan cerrado.

Así, además de la prueba "hay elementos que hacen a la persona de la víctima que tenemos que valorar", dice el disidente. "Es un pobre joven que estuvo sujeto toda la vida a la violencia de su padre, sumergido en un contexto casi sin salida, a los golpes. ¿Se lo puede juzgar como a cualquier persona?" se pregunta. SEGUNDA APERTURA.

Un primer jurado se suma a la inocencia propiciada por el disidente. Se trata del hombre más viejo, el jurado 9, llamado McCardle, interpretado por Joseph Sweeney. Este jurado dice que la valentía del disidente, y la convicción con la que se enfrentó a todos, merece detenerse para revaluar la cuestión. Es un aspecto lateral a la prueba pero que tiene peso. Se planta.

A partir de allí, la prueba que parecía tan sólida, se empieza a desmoronar. Empiezan a surgir elementos de la propia experiencia, del sentido común, de las reglas de la lógica, sin ninguna norma ni interpretación jurídica de por medio. Lo que habían visto ciertos testigos deja de ser tan seguro que lo hayan visto, incluso es más que probable que no hayan visto nada más allá de que en su honestidad lo hayan creído.

El mismo disidente jurado 8 plantea el aspecto del déficit que advirtió en el abogado defensor, "que es como si no lo hubiese defendido", sostiene. En algunos casos limitado por la propia condición de ciertos testigos que, frente a un jurado, puede ser estratégicamente perjudicial poner en evidencia sus contradicciones. "Ese aspecto debe pesar", no estuvo bien  defendido considera. TERCERA APERTURA.

Los prejuicios de los jurados intransigentes van en aumento. La ira y la furia se desatan. Empiezan a demostrar, en ese contexto, su falta de solidez y su propia pequeñez.

 La cosa va cambiando, se emparejan las posiciones, los que antes no opinaban o seguían a los demás, empiezan a hablar, a conjeturar, a poner en dudas ciertos aspectos de la prueba. Se desnivela todo, se caen las últimas caretas que no querían ceder por arrogancia, por soberbia.

Gana la inocencia. No por certeza de la no culpabilidad, sino por la duda razonable que invadió a esas personas. Ni una norma citada, ni una doctrina, ni un fallo ni precedente aplicable. Solo el sentido común y el humanismo para medir los hechos, las circunstancias y la persona.

Gana la vida, la libertad frente a la posibilidad del error de ese poder que puede barrerlo todo.

Terminan su trabajo, y esos jurados bajan la escalinata del palacio, algunos se despiden, para retomar su vida normal de todos los días. Solo se nos muestra el saludo final entre los jurados 8 y 9, que en ese momento es cuando recién tomaron conocimiento de sus nombres.

Ese enojo inicial de esos doce hombres en pugna, esa tensión e intolerancia, se disipa, se relaja, en la sabiduría de una decisión deliberada. Quizás se equivocaron, quizás estuvieron en lo cierto, en la verdad. Pero lo importante es que ganó el sentido común sustentado en la prueba.  

 


jueves, 24 de diciembre de 2020

Ochenta[s] -espíritu navideño-

 

Escucho después de tanto tiempo “Girlfriend in a Coma”. Inevitablemente se abren ciertas sensaciones muy agradables y también tristes, como los propios contrastes de la canción. Además, hay allí una melodía que ilumina esos días de gloria. Me traslada a una época que se fue sin darme cuenta. Escucho esa canción de los Smiths y siento que me encantaría volver allí, aunque sea una vez, un pequeño instante, para sentir esa frescura del mundo por descubrir. Mi hijo me confesó recientemente que le gusta la música que le ponía en el auto, que por cierto está cargada de temas de esas etapas. Soy de los que se prende enseguida a esas radios pensadas para nosotros, los que nos colgamos de la nube nostálgica. Expresamente me dijo José: “esa música me hace sentir que el tiempo se pasa más rápido”. Más rápido. ¡Maravilloso! Imposible mejorar esa definición de esa época marcada por los ritmos pop en sus distintas variantes. Se me vienen inmediatamente “Sunday Bloody Sunday” -U2-, “Close To Me” -The Cure-; “Forever Young” -Alphaville-, “Happy Hour” y “Build” -The Housemartins-, “Hold me Now” -Thompson Twins-, “Everyday is like Sunday” -Morrissey-, “Héroes” -la versión de Fricción-, “Perdiendo el Control” -Miguel Mateos Zas-, “Modelo del Cincuenta y Seis” -Casanovas-, “Ella vendrá”-Don Cornelio y la Zona- y tantas otras que marcaron tantos momentos. Ahora los redescubro -y me encuentran- en esta pandemia, de tiempos tan atiborrados, espesos y largos. Efectivamente, tal como me expresó José, aquel tiempo era veloz y esa música te hacía volar, te hacía recorrer el mundo mil veces. Se rompía el reloj y se abrían las ilusiones con sus perdiciones, las alegrías con sus desdichas, el amor con su colapso. “…Ahora estás llorando en sueños, me gustaría que nunca hubieras aprendido a llorar. No vendas los sueños que deberías estar conservando, puros y simples a todas horas…”, ese era el espíritu tan bien descripto en “Pure” -The Lightning Seeds-. La vida misma por vivir. Insatisfacción por lo que faltaba. La ciudad de La Plata ardía en nuestros corazones. Hoy, desde las distancias impuestas por la crueldad del mundo, me reconcilio con aquel joven que vagaba por las calles con el corazón hambriento, lleno de sueños e incertidumbres. Todo se impregna de un sentimiento lleno de vida, de nacimiento, de verdades que brotan y renuevan, precisamente, la esperanza. NAVIDAD. Y, una vez más, “…I'm ready to grow young again…”.

Play List: Ochentas

sábado, 5 de diciembre de 2020

Y Considerando -sin rodeos-

 


   Recuerdo una vez en la Facultad, en la cursada de "Obligaciones", un compañero se horrorizó cuando, entre los materiales que nos daban para leer, había un libro entero  de más de 500 páginas dedicado al Pago, no recuerdo el autor, pero era uno de los clásicos, -¡cómo se puede hacer un libro tan largo para un temita como este, es una locura! decía. Ese compañero dejó la cursada y no lo vi más en la facultad. 

Aquél episodio viene frecuentemente a mi mente cuando me enfrento a textos innecesariamente voluminosos. Es que muchas veces se da demasiados rodeos para explicar cosas que pueden ser más sencillas. No me pongo al margen en mi experiencia como colaborador. La complicamos, queremos lucirnos, ensayamos todas nuestras expectativas de lo que deben ser las cosas, incluso la vida. Y el receptor de ello queda muchas veces a la deriva. 

Y el entendimiento puede perderse en ese laberinto. Está muy bien rodear el objeto o la cuestión a resolver, hilvanar un camino, desarrollar las ideas que nos llevan al mismo. El problema está cuando, luego de tantas alternativas y erudición,  nos escapamos por una tangente sin regreso al núcleo principal, en un eclecticismo infecundo. Y, lo esencial, puede quedar escondido en miles de páginas. 

La mujer de un reconocido juez me decía que ella observaba que las sentencias dedicaban más a todo lo que no es, todo lo que no corresponde, generando disputas con enemigos imaginarios. Me impactó esa observación, sobre todo porque provenía de alguien sin estudios jurídicos y estaba marcando algo muy cierto.  

El otro día me enfrentaba a una sentencia de más de 1000 páginas, llena de citas, antecedentes y evolución jurisprudencial. Y me retrotrajo al horror que sintió aquél compañero de "Obligaciones" y a esos enemigos imaginarios que tan bien observaba la esposa del juez . 

No reniego de las razones y argumentos que deben darse para que pueda ejercerse un debido control sobre el fallo, eso es algo elemental sin dudas. Me refiero al exceso, a lo farragoso, a lo que no suma a esas mismas razones y que, en su propio engrosamiento desmedido, termina afectando el mismísimo derecho de defensa al dejar incierto el camino recursivo. Además de sumar al distanciamiento comunicativo con la población.

Me pregunto si el razonamiento oral podrá algún día superar semejante despliegue de hojas, y hacer del razonamiento judicial algo más claro y simple. Una sentencia oral donde los jueces puedan decir, en argumentos completos, claros y sencillos, las razones de su decisión. Considerando, sin rodeos.   

miércoles, 18 de noviembre de 2020

Fallo al sentido común

     



    Fallo de la Cámara de Casación de la provincia de Buenos Aires en la causa N° 53.810 "T..., s/ recurso de casación" del año 2014. Redujo la pena a un condenado por abuso sexual de un menor. Es un claro ejemplo de cómo el Poder Judicial se puede constituir en un obstáculo para el acceso a la Justicia de los grupos vulnerables, a la vez que en un factor que resta legitimación a su propia función, en la percepción de la sociedad.   

   A través de una terminología desquiciante y una mirada sesgada, se omite todo enfoque sobre la situación de debilidad en la que se encontraba la víctima abusada, menor de seis años, en una posición económica desfavorable, sin ningún tipo de contención familiar y social. Por el contrario, el fallo profundiza esta situación, al exponerla como un aspecto disolvente de la agravante en cuestión, dejándola en un terreno de estigmatización.   
 
  Así, no sin estupor, se observa que los jueces resaltan una orientación sexual y una inclinación para ofrecer servicios sexuales del menor víctima, equiparando su conducta con el discernimiento de un adulto -razonamiento contrario a nuestra ley que considera que un menor de 12 años no tiene ninguna capacidad-, todo ello con el fin de justificar la no aplicación de la agravante que pesaba contra el abusador, alusiva a que su acto de violencia sexual era "gravemente ultrajante para la víctima", esto es, que el abuso sufrido lo humillaba de manera grave. Entienden que el menor, en alguna medida, era quien provocaba su propia vejación frente al abuso, fruto de una orientación sexual ya definida.
        
   Concretamente se dice que, conforme a testimonios de personas próximas al menor, éste ya tenía una actitud recurrente a la oferta venal y al travestismo, donde el destinatario era siempre el acusado, y que, en ese sentido, el origen o causa de esa actitud no se podía imputar a éste. También, y sin perjuicio de que se reconoce que el acusado ha tenido con el niño un comportamiento  lascivo, se descarta la aplicación de la agravante de la gravedad ultrajante de esa conducta, en la medida que, en función de la propia actitud asumida por el menor, se prueba que, según este criterio, ese abuso no fue accidental o fortuito sino provocado o consensuado con la víctima.
         Al respecto, el juez Sal Llarguéz razona que "... Me afecta al respecto una insondable duda que tiene por base esa familiaridad que el niño ya demostraba en lo que a la disposición de su sexualidad se refiriera. En todo caso y a esa corta edad, transitaba una precoz elección de esa sexualidad ante los complacientes ojos de quienes podían (y debían) auxiliarlo en ese proceso..."-
        
       Entre los muchos aspectos que mueve esta sentencia, hay uno que es el que más me llama la atención, que vincula a la absoluta falta de sensibilidad de los jueces para con la cuestión que están resolviendo, antepuesta con una exégesis cargada de un tecnicismo estéril que desatiende totalmente el conflicto que subyace en la norma que se aplica, constituido por un escenario de clara vulnerabilidad de la víctima, haciendo del derecho un instrumento ingenuo y peligroso.
         
      Es que los derechos humanos, antes que un tratado o una ley, resultan, en su origen mismo, un estado de empatía frente al drama y dolor de nuestro prójimo, significa ponernos en su lugar. En este sentido, un niño abusado, que además está inmerso en una pluralidad de situaciones ligadas a la vulnerabilidad, por ninguna circunstancia que sea vinculada a su persona, puede dar lugar a desafectar la gravedad del ultraje o humillación a la que es sometido, a modo de justificante de la acción de un adulto. Su interés superior como niño, en la voz de los tratados internacionales que lo protegen, exigen este entendimiento para las leyes que se dicten y para los criterios que se usen para interpretarlas.
          
       Y este es un punto clave para poner a la operadores judiciales en su quicio, a los fines de devolverle a la justicia el rasgo de sentido común tan elemental, que la acerque a las necesidades de las víctimas y del colectivo de marginados que tienen en ella la última salvaguardad de sus derechos.
 


sábado, 14 de noviembre de 2020

Testimonios

Juicio de las brigadas de Banfield, Quilmes y Lanus. 10 de noviembre 2020. Durante las declaraciones de Adriana Calvo y Cristina Gioglio se pudo experimentar una especie de golpe temporal que nos devolvió a los orígenes de lo que fueron los juicios de lesa humanidad, y, desde allí, recobrar mucho de la sensibilidad y empatía que permitió abrir ese camino.

Son testimonios que entrecruzan el relato del propio dolor con la labor de reconstrucción y significación de todo lo vivido por el conjunto de victimas, explicando detalladamente las aristas del sistema de desapariciones. 
Dieron razones donde se  quería confusión.  Por ejemplo, el sentido por el cual algunas víctimas eran liberadas: expandir el miedo y el terror, para paralizar a la familia, a la sociedad, neutralizando esa reacción social tan necesaria, explicó muy bien  Adriana Calvo.
Pero esa parálisis no sucedió, y esos testimonios son muestra elocuente. El sistema no pudo desaparecer esa reacción, no pudo impedir que esas mujeres recondujeran ese sentir de miedo y dolor en un pedido inclaudicable de Justicia, para si y para todas las víctimas, transversal a las generaciones que hoy continúan esa lucha.
Pudimos apreciar en esas declaraciones, de hace más de diez años, valor y dignidad, convicción y sentimiento. Ante jueces y funcionarios inexpertos a esa altura, que estaban aprendiendo a preguntar y sobre todo a escuchar. 
Todos y todas seguimos aprendiendo eso hoy. 
 
 

MUCHO MÁS QUE UN REGRESO

  Photos by Rob DeMartin. Springsteen volvió a Broadway y me doy cuenta de que pasaron más de catorce meses de una pandemia que pareciera qu...